Como los tres meses de verano paradisíaco y los nueve
restantes de frío, humedad y
gris. Como las mil noches de fracaso y esa única de galán. Como las cuentas que
tenemos que hacer con nuestro equipo de fútbol de preferencia para clasificar a
la Libertadores. Como las veces que un trámite público lleva menos que toda una
mañana. Como no podía ser de otra manera, las olas en Uruguay siguen el mismo
patrón de todo lo uruguayo. Es como si el océano por estas latitudes se hubieran contagiado de nuestra idiosincrasia.
Por ese
sueño de estar unos segundos parado sobre el agua deslizándose a través del
vasto océano el uruguayo está dispuesto a sobreponerse a mucho. Mucho.
Existe una
página web donde uno pone cualquier punto del planeta que tenga costa y esta le
presenta las condiciones del mar. Esta página se llama WindGuru.
Es
utilizada mundialmente por amantes de la vela, la pesca y también, surfistas
para conseguir el pronóstico de olas de los días siguientes.
Ojalá fuera
tan fácil…
Para los
que no conocen tal portal el mejor ejemplo sería compararlo con llegar a un clásico
veinte minutos antes de empezar y conseguir el mejor spot de la tribuna.
Pero el
uruguayo confía, cree, tiene cábalas y apuesta a que algún Dios lo va a apuntar
y todo se va a dar modo anillo al dedo. Y esa es la famosa ‘garra charrua’. El decepcionarse
una y otra vez y seguir saliendo un sábado de invierno a las seis de la mañana
con el auto cargado de tablas para hacer 200 kilómetros en busca de la ola
perfecta.
Avalado por
el pronóstico de Windguru el uruguayo recorre la costa de punta a punta
mientras los que hacen esos pronósticos en quien sabe que parte del mundo se
revuelcan de risa.
Si simplemente
hubiera una oficina para ir a reclamarle los miles de pesos de nafta, las horas
de sueño hipotecadas y los malabares que tuviste que hacer para poder escaparte
y encontrarte frente al más chato de los mares.
Parte del problema
es también que la recompensa es muy alta. Tan alta que si por uno de esos
milagros realmente se dan las condiciones predicadas por el portal web, ese día
va a ser recordado por meses. Incluso años tal vez.
La
perfección de encontrarse con un pico desierto en condiciones perfectas (valga
la redundancia) con la complicidad de unos pocos amigos cercanos es tan
excitante que todo lo vale.
Y tal es el
vicio que conlleva que semana a semana grupos de amigos hacen malabares en el
trabajo, piden certificados médicos truchos, faltan a facultad, se pierden el
cumpleaños de la suegra (con sus respectivas implicancias) y se gastan la guita
ahorrada para cambiar la heladera que gotea para salir a buscar ese sueño de
olas perfectas.
No importa
la época del año ni el clima ni los pingüinos en el agua ni nada.
Al fin y al
cabo, ¿qué es más importante? Si la ola misma o las horas y días de
planificación, de añoración y deseo, de diálogos con amigos para estudiar el
pronóstico, de la pasada a buscar cuando todavía es de noche, del mate en la
ruta vacía y prometedora y la intriga del viaje.
Por un
sueño una persona puede hacer cosas inimaginables.
Gracias
Windguru por todo lo que nos das.
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