martes, 14 de diciembre de 2021

Serendipia

 

7 de noviembre 2021.

    - No te conozco pero te siento conocido - le dijo ella mientras él recogía su abrigo en la ropería del bar.

    - Buena frase para empezar una conversación - le respondió él.

Media hora después la charla seguía en la escalera del Marula. Su vuelo salía en un par de horas, estaba cansado y tenía la valija a medio hacer pero había algo en ella que se sentía familiar. Duermo en el avión pensó, y salieron de la mano caminando por un pasillo angosto del barrio Gótico. Rumbearon hacia la casa de ella abrazados como si se conocieran hace años buscando algún lugar para comer algo. Caminaron más de lo que sería una caminata prudente y lo único que apaciguaba el hambre era la conexión que se percibía en el aire. Ni los 24hs estaban abiertos. En el ascensor se miraron fijamente una vez más y se rieron en complicidad. Entraron al apartamento muertos de hambre. Se desayunaron.

Tendidos en la cama y con la luz ya entrando por la ventana, se miraron a los ojos un buen rato hasta quedarse dormidos. La alarma sonó en lo que pareció un instante después. Ella bajó a comprar algo para desayunar mientras él dormitaba entre las sábanas arrugadas. Se despertó cuando sintió el olor a pan tostado y la abrazó por detrás mientras preparaba unos huevos revueltos. Apagó el fuego cuando la Bialetti empezó a gorgotear y fueron a buscar el sol que brillaba en la terraza.

Desayunaron sin hambre, con sueño, casi en automático. Desayunaron porque había que hacerlo, pero estaban pensando en otra cosa. Había un silencio tenso pero cómodo a la vez. Se levantó despacio y la llevó de la mano a la habitación. Salió de la cama y se vistió mientras ella lo miraba acostada. Lo acompañó hasta la puerta. Se saludaron cariñosamente pero con cierta timidez, sabiendo la cantidad de kilómetros que los estaba por separar. 

    - Dame tú número - le pidió él.

    - Claro. Más tres cinco uno, nueve uno cuatro, siete uno...

    - Pará - la interrumpió en seco.

    - Qué?

    - Decime el siguiente número.

    - Cero...

Levantó la mirada del teléfono y la miró detenidamente.

    - Tengo tu número guardado...


El contacto decía "María Tinder". Se quedaron mudos por un instante, incrédulos.

Buscó la conversación de WhatsApp y la abrió. Eran unas pocas líneas.

    - No puedo creer, dijo ella, con la voz rasposa del cansancio.

Él miró el teléfono por un instante más, se tapó la boca con la mano del asombro y la miró de nuevo con los ojos bien abiertos mientras le pasaba el celular. 

Ella miró la pantalla. Arriba del intercambio de palabras decía la fecha: